Sabemos que las iniciativas estratégicas tienen que ver con encontrar formas de romper con el pasado y hacer las cosas de manera diferente en el futuro, con el objetivo de propiciar la obtención de valor para el negocio.
Por definición, las iniciativas estratégicas son cruzadas complejas, costosas y que consumen mucho tiempo en la gestión del cambio que están diseñadas para alterar las formas convencionales de hacer negocios. John Maynard Keynes dijo que “la dificultad radica no en desarrollar nuevas ideas, sino en escapar de las antiguas”.
También sabemos que las personas, los procesos y la tecnología son elementos críticos de cualquier iniciativa de TI verdaderamente estratégica pero, con bastante frecuencia, nuestros esfuerzos estratégicos se centran solamente en la tecnología, cuando en realidad su éxito o fracaso depende en gran medida de la modificación de los procesos empresariales establecidos, la alteración de las funciones y responsabilidades de determinadas personas o la reestructuración de las organizaciones existentes.
Así, en el tiempo tal vez hemos adoptado una determinada tecnología por el futuro prometedor que ofrece, pero muchas veces no hemos estado suficientemente preparados o hemos sido lo suficientemente maduros para realmente aprovecharla y, en consecuencia, no hemos obtenido los resultados de valor planificados para el negocio producto de la inversión realizada.
En el entorno de la TI, últimamente nos ha preocupado la ciberseguridad, los servicios en nube por capacidad extra o migración de plataforma, la analítica de datos como forma de predicción, la inteligencia artificial en apoyo de las operaciones del negocio, otras tecnologías de productividad que aumentan la fuerza laboral humana o la reemplazan por completo (¿eficiencia?).
Seguramente también hemos explorado cómo la computación de borde, chatbots, IoT, blockchain, data lake, aprendizaje automático, y las capacidades metaverso de la Web3, entre otras tecnologías, nos pueden ser de utilidad.
Incluso es probable que hayamos considerado enfoques modernos o no tan modernos para algunas organizaciones, como la experiencia del cliente (CX), la experiencia del usuario (UX) y también la experiencia del empleado (EX), la innovación, el medioambiente, entre otros, que, de haberlos implementado, probablemente fue con limitado éxito.
En adición, hoy continúan siendo prioritarios aspectos como reducir los costos de la TI y de los riesgos de seguridad, entrega de la transformación digital, mejorar el servicio al cliente y su satisfacción, impulsar la innovación para obtener una ventaja competitiva, así como ayudar a que la empresa sea más sostenible y los empleados más productivos.
Pero, incluso si hemos logrado mejoras en la plataforma tecnológica, digitalizado un número de operaciones, logrado importantes progresos en cuanto a innovación tecnológica y la transformación empresarial, no hemos logrado las eficiencias operacionales organizativas planificadas mediante el uso de la tecnología para alcanzar la misión de la organización.
El enfoque actual en las iniciativas de TI es el de optimizar el uso de las tecnologías en uso con el objetivo de brindar un valor medible en las diferentes áreas de aplicación (retornos rápidos), en lugar de solo brindar las tecnologías en sí mismas (‘adoptando’ metodologías ágiles y DevOps o ‘creando’ flexibilidad dentro de su entorno de TI empresarial). ITIL® 4 es un apoyo importante en este aspecto, pero tampoco es una garantía de éxito.
Se trata de ofrecer valor al negocio, llevando los proyectos trasformadores a la siguiente fase, sincronizando de forma exitosa el negocio y la tecnología.
En mi artículo publicado en LinkedIn hablamos un poco más al respecto.
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